El Superclásico de 1986: La Historia de la Pelota Naranja
El 6 de abril de 1986 es una fecha que quedó grabada en la memoria de los hinchas del fútbol argentino. En ese día, River Plate y Boca Juniors se enfrentaron en un Superclásico muy especial, marcado por la inusual elección de una pelota naranja. Este partido no solo es recordado por su intensidad, sino también por los eventos que lo rodearon, convirtiéndolo en un hito histórico.
En 1986, River Plate vivía un año glorioso, ya que no solo se consagraría campeón del torneo local, sino que también lograría conquistar la Copa Libertadores y la Intercontinental. Sin embargo, el enfrentamiento contra Boca en La Bombonera fue un momento único que trascendió el ámbito deportivo.

¿Por Qué se Jugó con una Pelota Naranja?
La decisión de utilizar una pelota de color naranja provino del arquero de Boca, Hugo Orlando Gatti, quien argumentó que el color ayudaría a evitar confusiones con los papelitos que lanzaba la hinchada. Este cambio inusual generó debate, pero finalmente se decidió que el primer tiempo se jugaría con la pelota naranja, mientras que el segundo tiempo volvería a la tradicional blanca.
Norberto Beto Alonso, figura del encuentro, recordó: Hoy Dios habrá dicho: Beto, te toca a vos. Y metí dos goles. Cuando me contaron que se jugaba con una pelota de ese color, me dio igual. Alonso marcaría dos goles durante el partido, siendo uno de ellos un memorable cabezazo con la pelota anaranjada que resonó en la historia del fútbol.
Un Encuentro Cargado de Emoción
El clima del partido fue electrizante. River, que había salido campeón tres fechas antes, decidió dar la vuelta olímpica en La Bombonera a pesar de las recomendaciones del entonces presidente argentino, Raúl Alfonsín. La invasión de los hinchas xeneizes al micro de River provocó que los jugadores decidieran realizar la vuelta olímpica antes de iniciar el partido, intensificando la rivalidad.
A lo largo del encuentro, River mostró su capacidad de reacción, aprovechando los momentos clave para marcar. Aunque no contaron con la presencia de su estrella Enzo Francescoli, supieron golpear en los momentos justos. El trámite del partido fue parejo, pero el resultado final reflejó la superioridad de River en la cancha.
El Legado de la Pelota Naranja
Tras el partido, la famosa pelota naranja desapareció durante más de 20 años. Finalmente, en la década de 1990, el árbitro del encuentro, Francisco Lamolina, donó la pelota al Museo de River, donde actualmente está expuesta. Este episodio se ha convertido en una parte esencial de la historia del Superclásico argentino, recordando a todos la pasión y la rivalidad que caracteriza al fútbol en Argentina.
El Superclásico de 1986 es un testimonio de cómo un partido puede trascender lo deportivo, convirtiéndose en una anécdota que perdura en la memoria colectiva de los aficionados. La pelota naranja, más que un simple objeto, simboliza la emoción y la intensidad del fútbol argentino, un legado que continúa vivo hasta el día de hoy.